Olvídate de la báscula de una vez por todas

¿Estás estancada en una relación tóxica con la báscula? Pesarte a menudo da lugar a una relación poco saludable con la comida y tu cuerpo, crea estrés y francamente, no nos da muchos datos relevantes. Aprende porqué deberías olvidarte de la báscula y algunos consejos para dejar de pesarte de forma obsesiva. Recuerda, ¡eres mucho más que un número!

La mayoría de las clientas con las que trabajo, tienen como rutina subirse a la báscula de forma regular. De hecho tienen una relación bastante intensa con ella.

¿Sientes que dependiendo del número que muestre la báscula, tu día será bueno o malo? ¿Ese número que te muestra, determinará qué comerás el resto del día? ¿el tipo de ejercicio que harás?

Independientemente de como interpretes ese número, bueno o malo, a largo plazo, pesarte afectará de forma negativa, la forma en que te cuidas, en que te tratas y no digamos sobre los sentimientos de baja autoestima que genera.

¿Por qué te subes a la báscula?

Lo primero que tenemos que saber es ¿por qué te pesas? ¿qué estás buscando cuando te subes a la báscula?

Normalmente, pesarte es una forma de chequear, controlar tu cuerpo, una forma de aliviar la ansiedad que sientes por la preocupación que tienes por tu peso corporal o la talla que usas, y es algo que utilizas para controlarlo.

Si te sientes culpable por comer o por no haber hecho ejercicio, puede que quieras comprobar con la báscula, cómo de «mala» has sido y cuanto necesitas compensar. O si sientes que has sido buena, puede que vayas a tu amiga la báscula esperando, buscando una validación.

A menudo, la báscula se siente como algo que te ayuda a tener en control tu alimentación y tu ejercicio, y que sin ella estarías fuera de control.

¿Por qué deberías dejar de pesarte?

He visto a muchos pacientes tirar la toalla, o abandonar sus nuevo hábitos saludables porque la báscula no les daba el número que ellos esperaban. A menudo, la báscula flucturá de forma inexplicable de una semana a otra, de un día a otro, independientemente de nuestro comportamiento, debilitando así la idea de que el peso es una simple formula de quema de calorías y calorías ingeridas. La mayoría de las personas que pierden peso, después de un tiempo lo ganan de nuevo o incluso más.

Pero lo peor de todo, es que he visto como pesarse es un acto deshumanizador, estresante y que reduce el valor de la gente a un número.

Aquí unas cuantas razones más por las que deberías dejar de pesarte:

La báscula no es muy precisa

El número que ves en la báscula no refleja la constitución de la persona, son kilos, pero no sabemos de qué, bueno sí, de una mezcla de huesos, piel, grasa, órganos, líquidos internos… Por lo que no nos dice mucho.

Además ese número se ve afectado por bastantes variables que están fuera de nuestro control. Hidratación es una de ellas. ¿Sabías que dos vasos de agua pesan medio kilo? Incluso si te pesas por la mañana después de ir al baño, tu hidratación variará de un día a otro y especialmente dependiendo del momento del mes en el que te encuentres, por ejemplo niveles altos de estrógenos que preceden a la menstruación causan retención de líquidos, una ingesta de sodio también, el sudor, la temperatura corporal y la actividad de días previos…

Las heces, otra cosa a tener en cuenta! Incluso si vas regularmente al baño, tu intestino sigue albergando cierta cantidad de deshechos, que fluctúa de un día para otro.

La gravedad y el momento del día también tienen un efecto en la báscula.

La báscula puede desencadenar trastornos alimenticios

Ya sea de forma consciente o no, el número en la báscula puede impactar mucho tu forma de comer. Es prácticamente imposible mirar al número de una forma neutral, o es bueno o es malo, y ese número en la báscula puede fijar la actitud que tendrás el resto del día.

Un número «malo» causará vergüenza, ansiedad y a menudo que te des un atracón o comas en exceso o te restrinjas (cosa que desencadenará un atracón o que comas de una forma descontrolada).

Incluso un «buen» número puede tener efectos negativos, refuerzan las restricciones poco saludables o hace que comas más porque sientes que te lo has ganado.

El peso no es indicador de salud

La báscula no es tu médico, y tu peso no puede diagnosticar de forma precisa tu estado de salud.

Aunque nos hayan enseñado que un peso alto es poco saludable, la correlación no implica la causa, y hay muchos factores que influyen en nuestra salud como pueden ser el estrés, el ejercicio físico, los hábitos alimenticios, socioeconómicos, el acceso a la sanidad…

La salud se determina por una mezcla de compotamientos, genética y de tu entorno, no un número en la báscula.

Hay mucha gente delgada que no está sana y muchos con cuerpos grandes que son perfectamente saludables.

Si te pesas por salud, entonces mejor céntrate en comportamientos, no en el número de la báscula. Incluso si tienes un cuerpo grande y estás preocupado por tu salud, es mejor que te centres en comportamientos que promuevan la salud y no la pérdida de peso.

Es una barrera para comer de forma intuitiva

La báscula es una señal externa y una barrera para conectar con tus señales internas de hambre y saciedad, para saber cómo te hace sentir la comida y tus gustos. Centrarte en la báscula hará que dudes de tus señales internas, las cuales son las señales más precisas que tu cuerpo realmente necesita.

¿Cómo dejar de pesarte de forma obsesiva?

Abandonar la báscula puede dar miedo, como salir de una relación tóxica que sabes que no te hace bien, pero en la que el futuro parece incierto.

En mi experiencia, el mayor miedo es que se piensa «si abandono la báscula, me descontrolaré con la comida». Recuerda, aunque la báscula pueda darte una sensación de seguridad, es más probable que contribuya a que te sientas descontrolada con la comida que a ayudarte a sentirte bien con tu alimentación.

Aquí te dejo algunas ideas para que abandones la báscula:

Rompe la báscula

Simplemente deshazte de ella. Y por qué no hacer toda una ceremonia en la que la descuartices con una buena maza. Puedes incluso escribirle una carta de ruptura.

Esconde la báscula

Si romperla o deshacerte de ella te causa ansiedad, intenta ponerla en algún lugar donde no puedas verla, o en un lugar donde acceder a ella te resulte complicado. Así seguramente reducirás el desencadenante de verla cada mañana en el baño y querer subirte.

Úsala como diario

Pon un diario en la parte superior de la báscula, así cuando sientas la necesidad de pesarte, te recordará de reflexionar. Escribe sobre lo que buscas al pesarte o haz una lista de las cosas positivas-negativas de pesarte. Esto puede ayudarte a no pesarte de forma impulsiva y a comprender mejor los factores desencadenantes de los pensamientos negativos.

Pide apoyo

Separarte de la báscula es algo difícil. Si puedes, te animo a que acudas a un terapeuta o dietista que siga la filosofía Salud en todas las tallas. Yo trabajo con clientes de forma virtual y estaría muy feliz de ayudarte con el tema.

Recuerda, la báscula no mide tu valía, ni tu salud, ni tus relaciones, ni tus logros. Simplemente mide tu relación con la gravedad en un preciso momento. Eres mucho más que un número.

Una nueva forma de acoger el verano

No hay duda que la industria de las dietas es muy muy muy grande y tiene mucho poder. Pero una cosa que me sigue sorprendiendo es la cantidad de dinero que invierten en publicidad en verano para «ayudarte» a conseguir ese cuerpo de verano soñado…

¿En serio? ¿cuerpo de verano? ¿Qué hay de malo con mi cuerpo de invierno y otoño?

Bien, la industria de las dietas piensa que nuestro cuerpo debe ser manipulado en verano y por eso nos bombardean con nuevas dietas, planes detox y programas insanos para ayudarnos a conseguir la tortuguita en un par de semanas.

Por favor, no caigas en sus redes!! Ahórrate el dinero e inviértelo mucho mejor en unas vacaciones bien merecidas, en un te bien frío en la playa o un helado rico rico y disfruta de la belleza de esta estación.

¿Cómo?

Bien, la mejor forma de acoger el verano es centrarte en estos tres sencillos consejos. Si consigues implementarlos en tu día a día, sentirás tu versión más sexy al instante.

1. Se consciente y practica la nutrición intuitiva

Es increíble el podér que la nutrición puede jugar en tu cuerpo, pero a menudo nos olvidamos de cómo nuestra mentalidad afecta también a nuestra alimentaicón.

Centrarte en ser más consicente mientras comes puede toda una revolución y provocar un cambio increíble en el cuando comes y la cantidad que comes.

Piensa sobre por qué te comiste la tarrina entera de helado la última vez. ¿Estabas realmente hambrienta o fue algo más emocional?

Por experiencia te puedo decir que cuando dejo que sean mis emociones las que dirijan mi elecciones de comida en vez de mi intuición, la culpa aparece. Y la culpa ¡no debería asociarse con comer!

Por lo que presta atención cuando comes, saborea cada bocado para ayudarte a comer de forma más intuitiva.

2. Cómete el arco iris

No hay ningún secreto aquí. Comer una variedad de alimentos, de colores y texturas te ayudará a tu cuerpo a sentirse más satisfecho.

Ningún alimento está prohibido y todos los alimentos pueden formar parte de tu alimentación (al no ser por tema de alergia, intolerancia o patología).

Si te gusta una hamburguesa a la bbq, saca tu lado creativo, añádele piña también a la bbq, ponla entre un panecillo integral. Te sentirás satisfecho, saciado y mucho menos propensa a devorar esa bolsa de patatas cuando la bbq termine.

3. Muévete por el disfrute de moverte

Repite conmigo – muévete por el disfrute de moverte. Si, hacer ejercicio es una parte importante para llevar una vida saludable, pero no tiene sentido hacer ejercicio si ese ejercicio te hace sentir miserable. Esa energía negativa hará que dejes de practicarlo y eso es algo que no quieres.

En cambio, encuentra una actividad que te anime y te haga engancharte al movimiento. En verano aprovecha para salir a nadar en el mar, practica snorkeling, da caminatas en la naturaleza, sal a bailar….

No tienes porque hacerlo durante horas, pero moverte por el mero disfrute de moverte es muy satisfactorio y muy liberador.

Hacer ejercicio produce endorminas que incrementan tu felicidad también. Por lo que no es de extrañar que para una vida bien vivida, tienes que moverte porque quieres, no porque sientas que tienes que hacerlo.

Al final de todo, te prometo que si tu te sientes feliz con quien TU eres por dentro, serás la persona más sexy de este verano. Con una sonrisa en tu cara y amor en tu corazón, tus preocupaciones sobre esos abdominales serán una cosa del pasado. Además, te estás dando la oportunidad de vivir el mejor verano de tu vida, con cono de helado incluido 😉

Cómo saber cual es el tamaño correcto de tu porción

¿Te has preguntado alguna vez si te sirves la cantidad correcta de comida?

Es algo sobre el que parece todo el mundo quiere opinar y que causa mucha controversia. Si te pones «poca» comida, que si estás haciendo dieta, y si te pones «mucha» que si ojo o engordarás.

¿Cuánto deberías comer? ¿Debería seguir los tamaños sugeridos por los libros de nutrición? ¿Cómo se si necesito o no necesito más que una persona promedio?

Estas son algunas de las preguntas que suelen repetirse en consulta con frecuencia.

Para que los nutrientes que ingerimos puedan hacer su trabajo y nutrir nuestro cuerpo de forma apropiada, necesitamos asegurarnos que consumimos las cantidades correctas de comida.

Si comemos menos o no lo suficiente de ciertos alimentos, es muy probable que nos falten nutrientes esenciales y podamos experimentar fatiga, pérdida muscular, caída del cabello, debilidad de uñas o irritabilidad.

Por otro lado, si de forma consistente comemos en exceso, esto hará que tu cuerpo no se sienta en su optimo estado, pudiendo causar diversos síntomas como ganancia de peso, colesterol, niveles altos de azúcar…

Así que a continuación vamos a descubrir lo que necesitas saber sobre el tamaño de las porciones, para que así te asegures de que nutres tu cuerpo de la forma adecuada y pueda funcionar de forma óptima y prevenir enfermedades crónicas o complicaciones de salud.

Porciones vs Raciones

Independientemente de la cantidad que comas, hay dos términos que solemos confundir y son el de porción-ración. Los usamos como si fuesen sinónimos, los intercambiamos, interpretamos mal, pero no te preocupes que ahora vamos a aclarar bien, a qué se refiere cada uno.

Las raciones son una cantidad standard fija de comida. Son específicas, estandarizadas y medibles y las asigna la FDA basándose en guías generales recomendadas para lo que una persona promedio come. En las etiquetas nutricionales de los paquetes de alimentos la encontraremos expresada en nutriente por 100g de alimento.

Las porciones son individuales, y es la cantidad que tu eliges comer. No están establecidas, ni hay un tamaño estandar.Cuando eliges comer un alimento, la cantidad física que eliges, que pones en tu plato es la porción.

Al leer una etiqueta nutricional, muchas veces nos fijamos en el valor nutricional sin fijarnos si es por ración o es por porción, y sin fijarnos en los tamaños reales de las raciones. Por ejemplo, en una bolsa de patatas te indican los valores nutricionales de una ración de 30g, y puedes pensar, uy que poco, pero tu raramente te comes solo 30g de patatas fritas…

Erroes más comunes que cometemos

1- Intentar siempre comer el tamaño de la porción exacto

Cuando queremos cambiar nuestra alimentación muchas veces nos centramos demasiado en el número, en comer la cantidad exacta, los gramos exactos, pero en realidad no es necesario. Si siempre vas en busca del tamaño exacto midiendo cada gramo de cada cosa, al final lo único que conseguirás será una dieta rígida y poco flexible.

Es importante que dejes a un lado la perfección y que seas competente con el tamaño de tus porciones y no te estreses con ello.

2- Piensa que los tamaños de las raciones se deben aplicar a todo el mundo

Cada paquete de comida que compras tiene una etiqueta nutricional en la que se predetermina el tamaño de la ración.

Estas raciones están calculadas en base al adulto promedio, asumiendo que consume una dieta de 2.000 calorías. En realidad, no todos encajamos en ese molde. Algunas personas necesitan porciones más grandes, mientras que otras necesitan menos.

Estas raciones son una buena forma de comenzar, pero no necesariamente debería dictaminar todas tus raciones. Nadie mejor que tu puede saber qué cantidad de comida necesita en cada momento. Dependiendo de tu particular situación, tus metas u objetivos, e incluso del día, esas cantidades pueden variar.

3- Ignorar tus señales de hambre y saciedad

Algunas veces puede ser difícil confiar en ti, especialmente cuando tienes un historial de años siguiendo dietas. En estos casos es normal desconfiar de tus señales de hambre y saciedad.

¿Tengo hambre de más o simplemente la quiero? ¿Cómo se si estoy lleno?

Nuestras señales de hambre y saciedad son señales que el cuerpo tiene para decirnos que necesita más energía o que ya tiene suficiente. Cuando no estamos conectados con estas señales puede ser fácil comer de más o comer de menos porque estamos siguiente en su lugar unas guías estrictas en cuanto a raciones.

4- Siempre comes la misma cantidad

Comemos para nutrir y dar combustible a nuestros cuerpos. Algunos días necesitamos menos energía que otros. Por ejemplo, si un día estás muy activo, sales a caminar por la montaña, necesitarás más porciones más grandes que si estás todo el día viendo la televisión.

Recuerda que siempre tienes que tener en cuenta tus objetivos y tus metas.

¿Por qué comer la porción adecuada es importante?

  1. Te ayuda a estar correctamente nutrida.
  2. Te ayuda a sentirte llena, satisfecha y energizada
  3. No hay ningún alimento prohibido

5 pasos para encontrar el tamaño correcto de tus comidas

El tamaño de las porciones es algo individual de cada uno en cada momento. Tu cena de ayer puede ser un poco más pequeña que tu cena de hoy, y no pasa nada, es totalmente normal.

Antes de meternos con el tamaño de las porciones, hay que hablar de la alimentación consciente y cómo reaprender a conectar con tus señales de hambre y saciedad.

Cuando das un paso atrás y miras de una forma más amplia, puede que te des cuenta que tu hambre no es el enemigo, pero que sí que es la clave para tener éxito con el tamaño de las porciones.

1. Comienza chequeando con tus señales de hambre y saciedad

Esto es lo más importante.

¿cuando normalmente siente hambre? ¿cómo de lleno estás después de las comidas? ¿estás de verdad saciado o normalmente tienes hambre una hora después de comer?

Conoce tus señales de hambre. Echa un vistazo a tus habitos y tendencias con curiosidad, simplemente tomándote un momento para reflexionar sobre cómo deberías actuar.

Si encuentras que te sientes muy lleno después de las comidas, reduce ligeramente tu porción. Si sientes hambre al poco de haber comido, entonces incrementa el tamaño de tu porción.

Todo depende de tu cuerpo y de tus necesidades personales.

2. Practica la alimentación consciente

Para muchas personas, comer se convierte a menudo comer en una tarea más. Algo que hay que hacer rápido para continuar con nuestro día.

Desafortunadamente, esta forma de ver la comida o la alimentación te lleva a comer de forma inconsciente y automática. Con esto, lo único que hacemos es dejar de experimentar, saborear y apreciar tu comida. Esto también te lleva a comer porciones más grandes de las que necesitas.

Tómate el tiempo para traer un momento de consciencia a tus comidas.

3. Piensa en tu actividad diaria

Tu actividad diaria impacta tus necesidades de energía. ¿Estás constantemente en movimiento? ¿O pasas la mayor parte del tiempo sentado? Cuando más te mueves, más energía necesitas.

Según varía tu movimiento de un día para otro, también lo hará la cantidad de comida que necesitas comer. Siempre asegúrate de reconocer tu movimiento y cómo impacta en tu hambre y tu saciedad.

4. Determina tus fortalezas y debilidades

Todos tenemos fortalezas y debilidades, especialmente cuando hablamos del tamaño de las porciones. Asegúrate de determinar cuales son la tuyas.

Por ejemplo, si sabes que después de cinco horas sin comer nada, no tienes control con tus porciones, intenta no dejar que pase tanto tiempo!! Asegúrate de tomarte un snack que te ayude a aguantar hasta la comida.

5. Utiliza tu plato como guía

Ciertos alimentos y macronutrientes están asociados con porciones más grandes o más pequeñas. Una estupenda forma de utilizar esto en tu beneficio es utilizar esa guía general como punto de partida.

En esta foto encontrarás unas recomendaciones generalizadas para saber cuando de cada componente deberías tener en tu plato. Esto es solo una guía que variará de una persona a otra, pero es una buena forma para comenzar.

¿Cómo lo ponemos en práctica?

Libertad, confidencia y claridad. Esto es exactamente lo que sentirás una vez que te hayas acostumbrado al tamaño de las porciones y te sientas cómodo tomando decisiones diariamente.

Puede llevar un tiempo entrar en la rutina, pero el tiempo y el esfuerzo bien valen la pena.

Cómo sanar tu relación con la comida en la cocina

Como sanar tu relacion con la comida en la cocina

Me gusta pensar en la cocina como un lugar donde se pone a prueba la teoría aprendida sobre nutrición intuitiva. En otras áreas de tu casa puedes olvidar, pasar por alto toda esa obsesión, esas restricciones, esas reglas con la comida, pero en la cocina todos esos pensamientos están al rojo vivo.

Por eso, algunas personas, cuando emprenden el viaje de sanar su relación con la comida, en las primeras etapas, suelen evitar la cocina. Eres tu quien decide . Y cuando estés lista, la cocina estará ahí para ofrecerte una maravillosa oportunidad, vencer esa lucha que tienes con la comida y acercarte a ser una comedora más intuitiva.

Si lo pensamos bien, la cultura de las dietas, no solo ha gobernado nuestra mente y nuestros pensamientos si no que también gobierna nuestras cocinas, ha hecho de ella un espacio en el que solo tiene cabida los alimentos buenos, los suplementos milagrosos o la obligación de un planning de comidas que no es nada atractivo ni seductor.

Esto ha hecho que muchas personas dejen de ver la comida como un conducto de nutrición, de placer y de memorias de felicidad, convirtiéndola en una forma de «detoxificarse» «optimizar» el cuerpo, lleno de reglas que dictaminan qué puedes o no puedes cocinar o comer.

Pero no es culpa tuya que creas estas cosas. Nos han contando historias muy convincentes sobre cómo nuestros cuerpos necesitan ser para poder encajar en la sociedad, para ser queridas… Pero lo que pasa es que hemos perdido la conexión con nuestra comida. Hemos limpiado tanto nuestros armarios que se han convertido en espacios de espera estériles en lugar de laboratorios para la creatividad y la conexión.

Cómo incorporar la cocina intuitiva en tu vida

Creo que la cocina es una de las mejores herramientas para curar tu relación con la comida, independientemente de tus habilidades culinarias. El proceso de cocinado y el proceso de comer, te ofrecen millones de oportunidades de explorar la comida con curiosidad y autocompasión. De hecho, curiosidad y autocompasión son mis dos utensilios favoritos en la cocina.

La curiosidad te ayudará a centrarte hacia dentro, en ti, planteándote preguntas y descubriendo respuestas sobre ti. También te ayudará a reformular los supuestos fallos, en oportunidades para aprender. La autocompasión te mantendrá presente, conectado contigo para luchar contra esos mensajes de la cultura de la dieta y ser paciente cuando te enfrentes a nuevos retos.

Quizás la cocina no sea tu lugar favorito de tu casa, ni donde más disfrutas ahora mismo. No pasa nada. Aprender un par de técnicas y recetas rápidos que puedas preparar puede ayudarte a mantenerte nutrido sin sentir tanta obsesión ni ansiedad. Quién sabe, quizás descubras que lo disfrutas!.

Consejos para practicar nutrición intuitiva en la cocina

Rompe con las reglas

Las dietas te dicen cuánto comer, qué comer y cuánto comer. Las costumbres y cultura también hace mucho. Aquí en España no es habitual desayunar huevos, pero en el resto de Europa si, o por ejemplo en Japón se suele desayunar verduras encurtidas, sopa de miso, arroz, pescado… Esto lo vemos como una locura. Pero te animo a que pruebes diferentes platos. Muchas veces nos perdemos grandes experiencias por limitarnos a lo habitual o solo a esos alimentos buenos o actos en las dietas que se nos imponen.

Quizás te sorprenda, pero a tu cuerpo no le importa si tomas huevos para desayunar y un porridge para cenar. Un carbohidrato es un carbohidrato, una grasa es una grasa y una proteína es una proteína. Rompe con esas reglas que tienes y que te dicen que no puedes comer X antes de X hora, o después de X hora. Una vez que hagas esto, sentirás la cocina un lugar mucho más amigable.

Para muchos de vosotros, las reglas han sido vuestra zona de confort en la cocina. Se compasivo contigo conforme intentas romper eso y prueba a cocinar lo que sea que te parezca bien para tu cuerpo.

Utiliza TODOS los ingredientes

La cultura de las dietas demoniza ciertos ingredientes, limitando tu paladar y tu lado creativo en la cocina. Uno de los pasos para conseguir una relación saludable con la comida es decidir utilizar TODOS los ingredientes (salvo en casos de alergias, temas morales o religiosos).

Imagínate que eres pintora e intentas reproducir un cuadro precioso que tiene áreas de luz y oscuridad, una gran variedad de pigmentos que le da ese efecto. Si a ti te limitan la gama de pigmentos a solo «los aceptados» solo los «buenos», estamos de acuerdo, que te será imposible reproducir la misma pintura. No solo eso, si no que estoy segura que ese artista con el tiempo se sentiría sin inspiración por tan poca variedad.

Cocinar es lo mismo. Cuando tienes a tu disposición un amplio abanico de alimentos, que incluyen diferentes sabores, texturas, colores, puedes crear increíbles platos que te aporten todos los nutrientes que necesitas, más placer, diversión y disfrute. Con esa variedad es como realmente puedes encontrar la inspiración a la hora de cocinar.

Neutraliza los ingredientes

No solo es de ayuda utilizar todos los ingredientes a la hora de cocinar, sino que puedes dar un paso más allá y neutralizar todos los ingredientes. Si utilizamos un ingredientes y seguimos pensando que es malo, no habrás del todo neutralizado, ni normalizado tu relación con ese alimento.

Una forma de comenzar a que hagas una evaluación más neutral de los ingredientes, es prestando atención a la forma en que preparas tus comidas y meriendas. Esto significa poner tus postres, acompañamientos, principales y aperitivos todos juntos en el mismo plato. De esta forma, así no sentirás como que te estás ganando ningún alimento.

Atención plena

Una de las partes más complicadas de la nutrición intuitiva es que no puedes solo mirar la forma en que otros comen e imitar lo que ellos hacen, esto sería lo mismo que hacer una dieta. En vez de eso, tienes que retomar la conexión con tu cuerpo. Si has estado haciendo dieta por mucho tiempo puede ser algo confuso y contra-intuitivo al principio, pero te prometo que comenzará a tener más sentido cuanto más lo practiques.

La alimentación consciente no tiene porqué limitarse solo al acto de comer, si no que puedes aplicarla también al momento del cocinado e incluso de la compra. Cuando estás presente por el olor, las texturas, el aspecto de tus ingredientes y de tu comida, todo adquiere un mayor valor y signicado, que el puramente nutricional. Conectar con tu señales de hambre, saciedad, satisfacción puede hacerte vivir experiencias con la comida mucho más amables y satisfactorias.

Demuestrate amor

Demostramos cariño y afecto por otras personas a través de nuestro tiempo, nuestra energía. Considerando por lo que están pasando, mostrándoles compasión, pensando en sus sentimiento… De la misma forma, tu puedes cuidar de ti considerando lo que tu cuerpo necesita y cómo puedes cubrir esas necesidades.

No todos tenemos el lujo de poder pasar horas en la cocina preparando comidas super elaboradas. No todos podemos gastarnos dinero en comidas ostentosas con montones de ingredientes. No importa tu situación actual, piensa cómo puedes nutrir tu cuerpo y los cuerpos de esos a los que amas, es una excelente e importante forma de mostrarte amor y respeto a ti misma.

Explora tus preferencias

Después de años y años siguiendo reglas externas, preguntarte qué quieres comer puede parecer raro, como que estás haciendo algo que no deberías, o incluso muchas veces no sabrás que responder.

La idea de comer lo que te parezca bien en el momento es conocido como satisfacción. Unos patrones de alimentación saludable tienen en consideración el hambre, la saciedad y la satisfacción.

Cuanto más en contacto estés contigo y con tu cuerpo, más capaz serás de identificar qué alimentos quieres y necesitas.

Una de las mejores formas de retomar la conexión para saber qué es lo que disfrutas comiendo es experimentando en la cocina. Puedes sorprenderte con que te gustan ingredientes exóticos, o que alimentos que comes todo el tiempo realmente no te gustan tanto. La cosa divertida es que nuestros gustos y preferencias cambian, así que el proceso de experimentar nunca termina 🙂

Ser curiosa y compasiva contigo misma, te llevarán muy lejos. Mantén estas dos habilidades cerca y ves mejorándolas a menudo.

¿Qué comidas prefieres cocinar? ¿Cómo ha cambiado tu experiencia en la cocina con el tiempo? Cuéntame en la sección de comentarios.

5 cosas «saludables» que deberías dejar de hacer

5 cosas "saludables" que deberías dejar de hacer

Está claro, parece que de nutrición sabe todo el mundo, hasta el cuñado al que parece solo importarle el fútbol y los coches, opina sobre tu cuerpo, tu alimentación y te aconseja sobre lo que debes o no debes comer.

Como dietista mi trabajo (y mi pasión) es ayudar a mis clientes a alcanzar sus objetivos. Por experiencia personal se lo difícil que es a veces lograrlos. Entre mis clientes suelo ver que muchas veces eligen algo porque creen que es la opción más saludable, pero en realidad, esa elección solo les ofrece más dificultades y a veces incluso el no logro de sus objetivos.

Y es totalmente comprensible, hay tanta (demasiada) información ahi fuera sobre cómo debería ser nuestra alimentación que suele ser complicado saber que es lo que nos ayudará.

Estos son los errores más comunes que suelo ver en consulta y algunos consejos para evitarlos.

No comer postre (o algo que deseas)

Sí, no me he vuelto loca. No comerte ese postre que tanto deseas puede ser totalmente contraproducente.

No es cuestión de estar saludable solo físicamente, si no que también mentalmente es esencial. Y esto se consigue, disfrutando de las cosas que quieres sin sentir culpa, ansiedad o estrés.

Cuando no te permites comer ese postre que tanto quieres, la ansiedad que puede provocar es mucho peor a lo que te quieres comer, incluso si es el alimento menos nutritivo del mundo. La comida está para que la disfrutemos.

Cuando te restringes, acabas dándote atracones que te llevan a sentir más estrés, más culpa y más ansiedad.

Prueba esto: en vez de seguir reglas y restricciones estrictas, prueba la regla «la mayor parte del tiempo». Significa que la mayoría de las veces vas a comer alimentos naturales, nutritivos y que te satisfacen, y el resto del tiempo disfrutarás alimentos que te encanten y que pueden tener un punto nutritivo más bajo, pero que te aporta más disfrute y placer. Ya verás como será más fácil alcanzar tus objetivos si no te sientes tan ansioso con la comida.

Hacer mucho caso a los consejos en redes sociales (especialmente los que vienen de influencers)

Cada día hay un nuevo superalimento, un nuevo ingrediente o una nueva dieta de moda que necesitas incorporar en tu día a día para ser saludable. Las redes sociales hacen que comer de forma nutritiva y saludable sea mucho más complicado y confuso de lo que realmente es.

No hay atajos rápidos, ni pastillas mágicas, ningún ingrediente es mágico. Si quieres vivir una vida más saludable, lo primero que tienes que hacer es acallar todo ese ruido de las dietas, de la pérdida de peso y de los reclamos publicitarios milagrosos.

Prueba esto: recuerda que lo que ves en las redes sociales no es la vida real. Si parece demasiado bueno para ser real, es que no lo es. Bloquea todas esas cuentas que promueven dietas milagrosas, productos mágicos y cuerpos de infarto en una semana. Aliméntate a base de una gran variedad de verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, proteínas y escucha a esos antojos dulces que tienes, duerme más y mejor. Esto nunca pasa de moda, no lo sentirás como una tortura y te permitirá vivir más y obsesionarte menos.

Centrarte demasiado en alcanzar tus objetivos

Como dietista no hay cosa que me guste más que cuando mis clientes alcanzan sus objetivos y se sienten empoderadas, energéticas y motivadas.

Una de las cosas que caracteriza al éxito de mis clientes es que no utilizamos la frase de «trabaja duro o vete a casa». Ese tipo de mentalidad tan centrada en el objetivo suele impactar en la autoconfianza, tu poder de concentración, te desconectas de si esos cambios satisfacen o no tus necesidades, de si te están haciendo sentir mejor…

Cuando te relajas, y disfrutas de todo el proceso, conectándote con cómo te sientes, el viaje de transformación será mucho más placentero y llegar al objetivo será más fácil.

Prueba esto: el autocuidado reduce el estrés y te permite estár más centrado y relajado lo que te permite tomar mejores decisiones y se refleja en cómo te sientes. Tomarte tiempo para descansar, recargar pilas, centrar el foco, puede ser lo que te falta para llegar allí donde quieres estar.

El autocuidado es cualquier cosa que te permite centrarte en ti en el momento presente, ya sea leer un buen libro, ponerte una mascarilla facial, darte un masaje, escribir un diario, meditar, dar un paseo en la naturaleza… cualquier cosa que te permita relajarte.

Tomarte demasiado en serio la preparación de comidas

Planearte tus comidas para la semana puede ayudarte mucho a alimentarte mejor, estar más organizada y perder menos tiempo pensando qué comerás o en cocinar.

Pero no significa que tengas que hacerlo todo tu. De hecho deberías hacer que cocinar y comer saludable sea más fácil. Ser tu rígida o intensa en la preparación de tus comidas puede añadir estrés en tu vida, puedes aburrirte de preparar siempre lo mismo y puedes terminar comiendo algo que no te aporte placer porque hace una semana pensabas que era buena idea…

Prueba esto: echa un vistazo a los semi-elaborados que te pueden ahorrar mucho trabajo. Legumbres cocidas, verduras cortadas, pescado en conserva… Estos productos te liberarán mucho tiempo y te permitirán preparar comidas de forma rápida. Por ejemplo unas judías blancas con alcachofas y gambas las puedes tener preparadas en menos de 15 minutos, si tienes los ingredientes semi preparados.

Pensar que para vivir saludablemente solo hay que prestar atención a la comida

Ninguna comida va a hacer que logres o que no logres tus objetivos de salud, ni siquiera las comidas de todo un día. No buscamos la perfección para alcanzar tus objetivos y recuerda que la imagen ampliada de una buena salud incluye mucho más que la comida.

Tu calidad de sueño, tus niveles de energía, el estrés, la actividad física que practicas, y tu salud emocional, todos juegan papeles esenciales en tu salud.

Prueba esto: en vez de centrarte solo en tu alimentación, tómate un minuto para comprobar contigo y hacer un pequeño scaneo de en qué otras áreas puedes hacer cambios para incrementar tu calidad de vida:

  • ¿Cómo estás durmiento? ¿Podrías dormir mejor?
  • ¿Cómo son tus niveles de estrés? ¿Cómo gestionas el estrés?
  • ¿Haces ejercicio? ¿Cómo podrías estar más activa?
  • ¿Cómo te valoras? ¿Qué opinión tienes de ti? ¿Cómo podrías quererte un poquito más?

Personalmente, cuando me muevo más, estoy más activa, todo el resto de cosas parecen caer en su lugar. El ejercicio ayuda a reducir el estrés y mejora tu humor al mismo tiempo. Además de que mejora los hábitos de sueño, los cuales reducen el estrés todavía más.

Cuidar de ti cuando no estás de humor

Autocuidado
Autocuidado

Soy una obra en desarrollo. Aunque sé, enseño y predico lo esencial y fundamental que es el autocuidado, estoy lejos de ser perfecta en aplicarlo. Sé que es lo que me permitirá vivir mi mejor vida y mostrarme en las situaciones más difíciles como la versión de mí misma que quiero ser.

La mayoría de las veces, me va bastante bien con el cuidado personal. Duermo bien, como bien. Elijo cosas que me revitalizan. me premio a mi misma por mis logros y alimento mi espíritu y mi alma. Se podría decir que lleno mi tarro de autocuidado bastante bien y vale la pena.

Excepto cuando no lo hago.

¿Y sabes qué?

Los momentos que son más difíciles, en los que tengo más dificultades para aplicarme ese autocuidado, son a menudo los momentos en que más lo necesito.

¿Por qué es que cuando estoy en mi punto más bajo, puede ser tan difícil hacer lo que me hace sentir bien?

¿Por qué es que cuando mi espíritu, mi cuerpo, mi mente más necesita algo para ser nutrido y revitalizado, tiendo más a hacer cosas que me distraen, me adormecen, pero que no me dan confort, consuelo y renovación? Cosas como comer sin sentido o evadirme mirando Internet y televisión, cuando lo que realmente podría calmarme sería una conversación con un buen amigo, o buena música, o incluso un baño caliente y una copa de vino.

Y lo peor es que etoy pagando un precio por esto. Cuando elijo hacer cosas por mi que son inconscientes, sin sentido y que no me nutren, puede que detenga temporalmente el dolor o el estrés, o la preocupación, pero cuando salgo de esa evasión, no me siento mejor. Es como si detuviera el tiempo, pero en realidad no hago nada para aumentar mi energía o mejorar mis sentimientos o alimentar mis necesidades y salir de ese mal lugar en el que me encuentro.

El autocuidado no tiene que ser difícil, pero a veces ELEGIR el autocuidado es lo desafiante.

Como mujer a la que le gusta salir a correr, sé que la parte más difícil de correr es sacar mi trasero por la puerta. Una vez que estoy en movimiento, estoy bien. Es dar ese primer paso que me saque de la cama y me haga atravesar la puerta, en un día frío o en un día que no me apetezca tanto, esa es la parte más dificil, no la carrera en sí.

Este mes estoy practicando tomar esas difíciles decisiones con el autocuidado para que pueda mejorar al menos un poquito y apostar por mí cuando más lo necesito. Es algo que sé que puedo hacer.

Me estoy centrando en prestar más atención a cómo me siento y a lo que creo que necesito. Estoy tratando de sintonizar las elecciones que hago y cómo funcionan (o no) para mí.

Estoy tratando de notar cuándo tomo las decisiones que realmente no me sirven y considero lo que podría haber funcionado mejor. Estoy usando la curiosidad sobre las elecciones (excelentes y no tan buenas) que hago en lugar de juzgarlas y sentirme frustrada conmigo misma.

Sobre todo, me desafío a mí misma para dar ese primer paso difícil. Para romper un patrón, tengo que elegir diferente, y cuando no tengo ganas de cuidarme mucho, probablemente es cuando más lo necesito. Así que mi desafío este mes es hacer lo mejor que pueda para estar al tanto, y cuando no quiera hacerlo, hacerlo de todos modos.

Pon música en lugar de quedarte con tus pensamientos rumiativos. Corta las fresas frescas en lugar de comer galletas de forma inconsciente. Vestirme de forma que me haga sentir genial en lugar de llevar siempre los leggings puestos. Tomarme tiempo para meditar, y sí, salir a correr. Muéstrate para mí. No busco lo perfecto, solo mejorar un poquito.

¿Quieres unirte a mi?

Autocuidado: Porqué no pasa nada, si no gusto a los demás

Siempre he sido una persona a la que le gusta complacer a la gente.

Decía que sí, cuando realmente quería haber dicho que no. Y luego me enfadaba porque esa persona me pedía demasiado.

Y he estado mucho tiempo haciendo cosas porque sentía que ‘debía’.

Pero ahora, he aprendido a decir que no y me encuentro cómoda haciéndolo.

Llegar a este punto no ha sido fácil.

El miedo a no gustar, a que te juzguen, a que se rían de ti, a que te abandonen, te griten… como casi toda mujer, ese «gustar» era lo que más deseaba.

La verdad es que todos deseamos tener la libertad de ser nosotros mismos. Decir lo que realmente queremos decir, comer lo que queremos comer, vestirnos como queremos vestirnos y abiertamente compartir lo que creemos.

Pero también queremos sentirnos queridas y aceptadas.

La vida nos ha hecho creer que solo seremos amadas si mostramos la versión mas guapa, la más delgada… y nos ha hecho esconder esas cosas que no son tan «deseables».

Algunos días tienes tanto miedo de no gustar, que simplemente callas y asientes, incluso si te parece que está mal.

Pero la cosa es que fijar barreras te ayuda a estar saludable. Esas barreras son la distancia a la cual puedes amar a los demás y los demás te pueden amar a ti. Si constantemente estás complaciendo a los demás, y haciendo lo que crees se espera de ti, acabarás frustrada, triste y sin energía.

Fijar esas barreras es esencial para tu salud e implica aceptar que habrá gente a la que no gustarás. Da igual lo que hagas, tu apariencia, tu peso, cómo vistas, siempre habrá alguien al que no gustes, o que no te acepte.

Cuando dices sí a los demás,  asegúrate de no estar diciéndote no a ti mismo.

Establecer límites claros y poder decir que no es realmente importante para tu bienestar, incluso si conlleva dejar de gustarle a algunas personas. Es esencial para el autocuidado.

Aceptar que no gustar es inevitable te libera para que puedas elegir lo que verdaderamente quieres hacer, en vez de vivir tu vida por otras personas.

Entiendo porqué es tan difícil. El sentido común y el instinto humano nos lleva a no querer ser odiados. Y decir NO cuando otras personas demandan demasiado o defenderte significa que tienes que tener coraje.

Tener el coraje de vivir tu propia vida y no la que otros esperan de ti es una elección. Es tu elección.

Lo bonito es que cuando tenemos coraje para mostrarnos tal y como somos, también damos permiso a los demás para hacer lo mismo. Y eso es todo un alivio para ellos, pues ahora finalmente pueden hablar libremente también. El coraje es algo contagioso.

¿Lista para sentir el miedo y hacerlo de todas formas? Aquí van unos consejos simples (que no siempre son fáciles) para que te pongas a ello:

Preocúpate lo suficiente por ti, como para decir NO.

La gente va a seguir pidiendo demasiado de ti. Eso no puedes controlarlo.

Puedes enfadarte con ellos por pedirte demasiado (pero este método no funciona, lo he intentado) O puedes entrenar tu habilidad para establecer límites claros.

Aquí está mi propio ejemplo: aproximadamente una vez a la semana recibo un correo electrónico pidiéndome que trabaje gratis. en el pasado lo hacía, pero este tipo de siempre me terminaban desquiciando y agotando mi energía y me dejaban resentida.

En lugar de enfadarme con ellos, me di cuenta que era yo la jefa de mi vida y la que tenía que establecer mis límites. Así que ahora uso esta frase para guiarme:

Si no es un «¡Oooh síiiiii!», Entonces es un «No, gracias».

En otras palabras, si no te ilumina y te entusiasma desde el principio, si tienes que pensarlo, entonces probablemente sea mejor decir que no.

La gente siempre te pedirá demasiado. Depende de ti imponer tus propios límites porque nadie lo hará por ti.

Debes preocuparte lo suficiente por ti mismo para decir que no

Dí sí a ti misma primero.

«Cuando dices sí a los demás, asegúrate de no decirte no a ti mismo».

Paulo Coelho

Si no estás lista para hacer cambios drásticos en tu vida, comience con poco. En lugar de decir sí a cenar con alguien que pasa toda la noche hablando de el mismo … sugiere un café de 30 minutos para poneros al día.
Puede que te sientas incómoda al principio. Pero la incomodidad de decir no es mejor que el resentimiento de después, por haber dicho que si.

Es muy habitual que mujeres que son mamás, preparen snacks para que toda la familia se lleve al cole/trabajo, pero no se preparan nada para ellas. Es realmente importante que priorices tu alimentación con alimentos nutritivos, así como trata de alimentar a tu familia.

Aquí está mi desafío para ti: la próxima vez que prepares comida para la familia, primero prepara tu comida y luego la de los demás

Di lo que piensas, de forma amable.

Es el momento de dejar que tus palabras y acciones reflejen lo que realmente crees que es verdad. Lo más probable es que si dices tu verdad y te defiendes, no todos estarán contentos con eso. Y eso está bien.

¿Mi consejo? Se amable.

Es realmente difícil ser malo con alguien que es realmente amable. Y si son malvados al respecto, entonces dice más sobre su inseguridad y miedo que sobre ti. Es una buena forma de compartir tu opinión y no ir acumulándola y que luego estalle de golpe.

Recuerda las cosas que te dan alegría

Para establecer límites saludables, primero, tienes que saber qué te hace feliz y qué no. Pregúntate si te gusta / disfrutas / estás de acuerdo con las cosas que haces, ves o escuchas. Intenta no juzgarlo. Solo observa si tu mente o cuerpo se sienten abiertos o cerrados.

Si normalmente estás de acuerdo con tu pareja o un amigo porque «es lo más fácil», tómate un momento para pensar realmente en lo que quieres.

Te sorprenderá todo lo que descubres que no te aporta alegría, esto te ayudará a ser más claro sobre lo que realmente haces. Es liberador finalmente ser consciente de lo horrible que te hace sentir cuando tus acciones o palabras no se alinean con lo que realmente crees.

Y una vez que comience a notar cuándo las cosas no se hacen sentir «bien», será difícil ignorarlas.

La próxima vez que alguien le pregunte qué película quiere ver, qué le apetece comer o si tiene tiempo libre, hable y defiéndase.

¿Qué es lo peor que puede pasar?

Coge un trozo de papel y escribe lo peor que podría pasar si haces X.

Por ejemplo, ¿qué es lo peor que puede pasar si:

  • ¿Le digo a mi jefe que creo que merezco un ascenso? → No me ascienden
  • Dejo de ir a cada cena que organizan mis amigos → Se ofenden y nos separamos como amigos
  • Finalmente me inscribo en esa clase de Hip Hop para principiantes → Realmente se me da fatal bailar hip hop

Ahora, ¿es realmente tan malo? Si es tan malo, entonces, por supuesto, reconsidera. Pero si no es así … vamos a probar juntos 🙂
¡Estaré justo a tu lado!

Practica hasta que se vuelva un hábito

Si vale la pena luchar por algo, probable no sea fácil. Ser valiente es un hábito.

Y todavía es algo con lo que lucho todos los días.

A veces, estoy tan abrumada por lo mucho que todavía hay que cambiar en la industria del bienestar que pienso seriamente mudarme a Costa Rica y perderme del mundo.

Cuando la vida se vuelve agobiante, da un paso atrás, encuentra algo de claridad, busca la ayuda que necesitas y vuelve con más fuerza.

Porque al practicar el coraje, pones en primer lugar tus deseos e iluminas el camino para los sueños de quienes te rodean. Y eso vale unos cuantos disgustos.

¿Nos comemos Sant Jordi?

Quien me conoce desde hace tiempo, sabe que me encanta cualquier tipo de celebración y tradición, y me cuesta poco incorporarlas a mi calendario.

Cuando mis amigas americanas me introdujeron a Acción de Gracias, no tardé ni un segundo en empaparme de la festividad y desde entonces no hay año que no lo celebre. El Tuesday pancake (martes de tortitas) que se celebra el día antes del martes de ceniza, pues ya os podéis imaginar una servidora dándole a la sartén y volteando pancakes.

Con San Jordi me pasó igual. Cuando viví mi primer Sant Jordi en Barcelona, conocí realmente la magia del día del libro. Y es que las cosas de leyenda me llaman mucho.

Pues bien, este año lo de salir a la calle y disfrutar de la riada de rosas, libros y magia que suele inundar la ciudad, no va a ser posible. Pero no por ello tenemos que renunciar a recibir nuestro libro, aunque que sea en versión ebook, sigue siendo un regalo (o autoregalo) muy esperado y con mucho significado.

Aprovechando que mañana es Sant Jordi, y para animaros a la lectura, quería haceros haceros unas recomendaciones sobre libros que te servirán mucho para mejorar tu relación con la comida y contigo misma:

¿Cuántas cookies son necesarias para sentirse satisfecho?

galletas-satisfacción
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¿Cuántas galletas te proporcionan una experiencia placentera? Asumo que te gustan las galletas. Si no, cambia galletas por cualquier otro alimento que te encante y que suelas comer de más.

Bien, ¿cuál es la respuesta que te viene a la cabeza? ¿Cuántas galletas necesitas para satisfacerte?

La forma en que tu mente aborda la respuesta puede ser fascinante. No te juzgues, simplemente se curioso.

Para los que han luchado mucho tiempo contra la comida y la báscula, la respuesta surge rápidamente:

«Tantas galletas como quiera. Todas las galletas que yo quiera es lo que me dará una experiencia placentera»

Tu voz interna puede bromear (o no) contigo «Nunca son demasiadas galletas».

Esto puede ser verdad y decirte que puedes de verdad comer tantas galletas como quieras, y de hecho es esencial que te des ese permiso si has estado mucho tiempo prohibiéndotelas. Recuerda que esa mentalidad de todo o nada, viene por la cultura de las dietas que te hacen verlas como el enemigo. Así que si es así, tienes que darte permiso incondicional a comerlas.

Pero vayamos un paso más allá. ¿Cuántas galletas te dan verdadera satisfacción?

Muchos de los que responden eso de «nunca son demasiadas galletas», incluso lo dicen después de haberse comido todas las galletas, no se sienten satisfechos, más bien se sienten cansados, culpables o incluso frustrados con ellos mismos.

La satisfacción no es un impulso. Satisfacción tiene en cuenta cómo te sientes emocionalmente y físicamente. Esto incluye placer, satisfacción, plenitud…

Parece tonto, pero vale la pena preguntarse ¿qué es la satisfacción para ti cuando te comes una galleta?

Hace tiempo, hablando con una clienta a la que le encanta cocinar como a mi, y disfruta haciendo galletas con sus hijos, me decía que para ella, satisfacción incluía anticipar el placer, saborearlo y sentirse saciada, pero no incómoda ni hinchada. Satisfacción significaba disfrutar lo que ha comido y sentirse energizada y cómoda durante el resto del día, no inflada ni con palpitaciones por el chute de azúcar que se acaba de meter. Con esta claridad, ella decidió que una o dos galletas serían suficientes para satisfacerse, o incluso una y media. Y decidió experimentar con su decisión.

Es muy curioso cómo a menudo, tenemos que parar y prestar atención para encontrar y darnos cuenta cuanta comida nos hace sentir bien.

¿Sabrías decir cuantas galletas te proporcionan placer a ti?

En las sesiones grupales de coaching, de mi programa Transforma tu relación con la comida, suelo compartir una idea que me encanta. Y la llamo la ceremonia del placer.

Para mi, por ejemplo, satisfacción tiene que ver con tomar una decisión clara sobre qué y cuando comer (en vez de ir picando un trozo de galleta por aquí, otro trozo por allá o recogiendo las migajas sin mucho pensamiento).

Satisfacción conlleva estar presente y atenta para que así pueda saborear la comida que quiero disfrutar.

Para mi, es elegir el momento y el entorno que hará que mi comida sea más placentera. Incluso a veces, y no te exagero, me pongo las migajas o los trozos rotos de galleta en un plato y me siento para realmente tener «mi momento», mi momento de placer y satisfacción.

Así que te animo a que comiences a crear más ceremonias del placer y honres la comida que comes y la experiencia de comer.

¿Cuántas galletas verdaderamente te satisfacen?, y para ti, ¿qué incluye la satisfacción?

¿Cómo sería tu ceremonia del placer si quisieras con todas tus ganas honrar y disfrutar de tu alimento favorito?

Te reto a que juegues con estas preguntas esta semana y me cuentes qué estás aprendiendo sobre ti y el placer.

Cómo explicar nutrición intuitiva a un amigo

Todos mis amigos están hablando de su nueva dieta: ¡ayuda!

Hacer dieta es algo por lo que muchas personas se unen y se agrupan. Ya sea que se trate de un programa de pérdida de peso en la oficina, un nuevo plan de comidas en tu gimnasio o simplemente tu grupo de amigos hablando de las vacaciones de verano, de una manera u otra, la palabra dieta siempre surgirá.

En este caso, tiene varias opciones:

  1. Si no tiene ganas de dar explicaciones o compartir lo que estás haciendo, simplente di algo como «Parece que encontraste algo que funciona para ti» y luego cambia el tema.
  2. Si la conversación realmente te está molestando, ¡no tienes porqué escucharla! Levántate y ve al baño o entra a otra habitación para hacer que la mente se desvié del tema.
  3. Si te sientes cómodo y estás listo para hablar sobre lo que estás haciendo, puedes compartir más detalles sobre por qué ya no estás haciendo dieta, qué estás haciendo y cómo te ha ido, cómo lo estás sintiendo hasta ahora.

Recuerda en esos zapatos de principiante, como cuando lo escuchaste tu por primera vez y comprende que es posible que tu amigo aún no esté listo para escuchar todo eso, no estén listos para salir de la mentalidad de dieta en este momento, pero si que pueden estar en un futuro, así que es bueno que plantes esa semillita.

Con suerte, si es un buen amigo, te apoyarán igualmente y estarán felices por ti, de que hayas encontrado una visión que te hace sentir bien.

Es normal que la comida sea un punto de diálogo común o un tema habitual de conversación, al final todos necesitamos comer todos los días. Pero trata de pensar en otras cosas que tengas en común además de la comida y la dieta, y así podrás cambiar las conversaciones en una dirección diferente, que te guste más.

Mi familia o pareja hace comentarios sobre mi cuerpo o sobre mi comida.

La convivencia familiar y dinámica puede ser dura, pero siempre tienes derecho a ser respetada y sentirte segura. Comienza explicando a tu familia/pareja por qué ciertas frases o comentarios sobre tu comida o tu cuerpo son molestos para ti. Es posible que no se estén dando cuenta del impacto de sus palabras hasta que lo menciones. Después de haberlo abordado, si su comportamiento sigue, puedes establecer un límite claro y protegerte de más daño.

Prueba frases como:

  • «Mi cuerpo y mi comida no están en discusión»
  • «Esto no es algo de lo que quiera hablar ahora»
  • «Esos comentarios me hacen sentir incómoda, por favor no me hables así o no hables así sobre mí»
  • «¿Recuerdas cuando te dije cómo estoy trabajando para escuchar mi cuerpo cuando estoy alrededor comida y sentirme mejor en mi cuerpo? Esos comentarios me lo dificultan, hablemos de otra cosa «.

Al establecer claramente el límite y expresar cómo las frases o comentarios te perjudican, has creado un entorno más saludable para ti.

Lamentablemente, algunas situaciones y relaciones son más difíciles de navegar de esta manera, pero es importante recordar que siempre mereces respeto y que se respeten tus límites. A veces, esto significa trabajar con un terapeuta para tener una parte neutral capaz de facilitar estas conversaciones, creando más distancia en una relación o incluso haciendo una pausa o terminando una relación que te está perjudicando.

¿Cómo explico que no estoy a dieta?

Una vez que se abren los ojos a la cultura de la dieta y las muchas formas en que se inmiscuye en nuestro día a día, es posible que te des cuenta de los comentarios y / o situaciones en las que hay comentarios sobre dietas. Estos son algunos ejemplos para que puedas desviarlas, o si estás dispuesto a hablar de ello, plantar algunas semillas para que en un futuro broten.

  • Cuando pides una ensalada y el cajero dice «¡Oh! Estamos siendo buenos hoy, ¿no? «:
    • Puedes decir: «Comer una ensalada no me hace una mejor persona, es solo que hoy es lo que me apetece. ¡Gracias!»
  • Cuando quieres postre después de la cena y tu amigo dice «No puedo hoy, engordaré X kg si como eso»:
    • Puedes decir: «No es así como funcionan los cuerpos. Nuestros cuerpos pueden usar todo tipo de alimentos y esto es lo que me parece bien en este momento «. o «Yo solía pensar eso también, pero desde que escuché a mi cuerpo sobre lo que realmente quiere y necesita, he podido disfrutar mis postres, ¡y todas las comidas! – mucho más.»
  • Cuando tu compañero de trabajo te pregunta si quieres unirte a ella en un detox después del fin de semana:
    • Puedes decir: “¡No, gracias! Esos nunca me hacen sentir bien: siempre me siento cansada e irritable, y restringida. Prefiero comer suficientes alimentos que me satisfagan y nutran. Pero si quieres que comamos (algo real) juntos más tarde, me encantaría «.
  • Cuando una cuenta que sigues en las redes sociales publica un plan de comidas con calorías, fotos de transformación o una lista de alimentos «buenos» y «malos»:
    • Puedes: dejar de seguirlos! Y en cambio sigue cuentas que están a favor de todo tipo de alimentos, cuerpos y personas.

Otras frases para usar cuando te enfrentas a una conversación sobre dieta:

  • Si alguien dice «Voy a ser malo y repetiré un poco más, ¡esto está buenísimo!»:
    • Puedes decir: «¡No seas tonto, no hay nada «malo» en comer! Si aún quieres más, deberías comer más, ¡la comida es increíble! ”
  • Si alguien dice «Mi problema es que nunca puedo dejar de comer una vez que empiezo»:
    • Puedes decir: «He estado trabajando para sintonizar mis señales internas sobre el hambre y la saciedad; ha sido una experiencia increíble, sentir realmente que puedo darle a mi cuerpo lo que necesita y quiere».

Al explicar cualquier cosa que sea importante para ti, suele ser importante contar con el apoyo de sus seres queridos. Puede ser aterrador compartir algo tan especial para ti, especialmente algo que va en contra de algunas normas culturales. Recuerda cómo te sentiste la primera vez que aprendiste acerca de este tipo de enfoque y cómo fueron tus primeras conversaciones, y trata de ofrecer la misma apertura de conversación a quien sea que estés compartiendo.

También tienes derecho a zanjar esas conversaciones o grupos que no te hacen sentir bien o que no respetan tus límites. No todos serán convertidos instantáneamente a un enfoque que no sea de dieta, pero poder articularlo como un tema importante para usted y plantar la semilla para otros es un gran punto de partida.

¿Interesada en profundizar en la alimentación intuitiva y hacer las paces con la comida? Inscríbete en Transforma tu relación con la comida, el programa que te ayudará a sanar tu relación con la comida y redescubrir la alegría de comer: y lo mejor es que ¡no hay que contar calorías!

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